Hace unos días, estando de vacaciones, pasamos a tomar un vino a una taberna que lleva ya unos años funcionando en San José. En realidad, no era la primera ocasión en la que paramos, aunque sí que era la primera en la que lo hacíamos por la noche con intención de pedir algo para cenar acompañando a los vinos. Al poco de sentarnos observamos la carta y vimos que no tenía muchas opciones para un par de vegetarianos. Se reducía a un plato de tomate de Almería con cebolla morada y otro de tacos de Falafel, pero bueno era suficiente para el caso.
Al ordenar los vinos, advertimos al camarero de nuestra condición de vegetarianos, con lo que muy amablemente nos puso unas aceitunas como tapa. ¡Perfecto!
Fue cuando nos decidimos a pedir los dos platos que se ajustaban a nosotros cuando surgió un inconveniente. Se les había terminado el Falafel y no tenían los tacos. ¡Lástima! Estábamos de lo más a gusto allí charlando, pero sin opciones vegetarianas para acompañar al tomate, no tenía mucho sentido ordenar una segunda ronda. Así que continuamos con nuestros vinos mientras que evaluábamos opciones para cenar. Algo complicado por tratarse de hora punta en una localidad de playa en Agosto, pero bueno, es lo que había, así que…
Cuando ya nos disponíamos a pedir la cuenta de nuestros vinos, se acercó el camarero y nos comentó que había estado hablando con cocina y que nos podían ofrecer unos tacos de verduras asadas junto con el tomate. No lo dudamos, volvimos a pedir otro par de copas de vino y que confirmamos que marcharan la cena.
El camarero había tomado la iniciativa (proactividad). Había empatizado con nosotros y se había molestado en buscar una opción fuera del menú para darnos la posibilidad de continuar viviendo una grata experiencia. Es aquí donde quiero destacar la Experiencia de Usuario. Para nosotros, el comportamiento del camarero marcó la diferencia, y pasamos de un escenario que nos enfrentaba a colas, esperas, incertidumbre para poder cenar a uno completamente opuesto que nos permitía continuar con nuestra amena conversación, en un lugar agradable y viviendo una experiencia muy satisfactoria. Todo, simplemente, por el buen hacer de un profesional de la hostelería. Desde aquel día, le guardamos un especial cariño a la Taverna Mezes y a su camarero. ¡Gracias!
CONCLUSIÓN
Empatizar es una capacidad muy poderosa, pues permite ser capaz de entender a la persona que tienes enfrente. En este caso, el resultado fue la fidelización del cliente y un aumento del ticket (siete veces mayor). Por eso, siempre que tengas oportunidad de ponerte en los zapatos de las personas con las que tratas en tu día a día, ¡hazlo! y observarás que los resultados te acompañan.
Foto de portada gracias a Andrea Piacquadio: https://www.pexels.com/es-es/foto/foto-de-mujer-escribiendo-sobre-papel-blanco-3801451/