Este mes de marzo me está costando encontrar tiempo para la lectura, no porque el libro que estoy leyendo, «Cambia el Chip«, no sea muy interesante, sino porque mi tiempo disponible se está viendo impactado por algunas otras tareas con mayor orden de prioridad como; avanzar en el TFM de Ciencia de Datos de la UOC o preparar el despegue del nuevo grupo de Meetup, «Encuentros en la Tercera Fase«. Al planificar los OKR del trimestre, no incluí la creación y puesta en marcha del grupo, lo que me está impactando, pero justo por eso existen las revisiones de los OKR, para entre otras cosas, evitar las «frustraciones». La vida real es éso, tratar de gestionar la incertidumbre y los cambios del mejor modo posible.
Bueno, después de esta mínima mención a los OKR, vuelvo al asunto principal sobre el que quiero hablar en esta entrada, y no es otro que, cómo gestionar los cambios de un modo eficiente teniendo en cuenta las excepciones. Esto es algo que aprendí en el capítulo 2, titulado «Identificar las excepciones«. En él se muestran ejemplos muy sencillos de entender y dan muestra de las posibilidades de mejora al tratar de replicar el comportamiento. Su pieza fundamental es la de entender porqué algo funciona cuando el mayor porcentaje de casos no son satisfactorios.
Pongo un ejemplo, nuestra organización está inmersa en un proceso de transformación digital, tenemos involucrados a varios departamentos y dentro de cada uno de ellos, existen varios equipos. Situación muy habitual en el ecosistema empresarial hoy en día.
Al iniciar el proceso, la velocidad de adopción resultó ser muy similar, los sponsors hacían su trabajo, los consultores ayudaban a los equipos, los planes de formación eran completados por el personal,… nada fuera de lo esperado. Si bien, pasado el primer año, comenzaron a aparecer desviaciones, y es justo aquí, donde la gestión de la excepción resulta de valor. Cuando nos enfrentamos a un problema, en la mayoría de los casos (al menos a mi me ocurre), lo que nos demanda nuestra cabeza es analizar el error. Es decir, buscar la causa raíz del problema, como por ejemplo achacarlo a falta de liderazgo, motivación del personal, tareas mal definidas, herramientas poco útiles, y el tan manido resistencia al cambio. Como ya he comentado, esto es algo con lo que lidio en muchas ocasiones. Trato de poner nombre a lo que está sucediendo. Tras leer ese capitulo, he podido descubrir una nueva herramienta para gestionar estas situaciones, que no es otra que tratar de identificar a aquellos equipos que están obteniendo los mejores resultados y buscar la fórmula para encontrar su «porqué». Una vez comprendido, sólo nos queda tomarlo como baseline y tratar de replicarlo en el resto. Los autores, visualizan este modo de enfrentar los retos describiendo dos situaciones reales, una en Vietnam y otra con un alumno «complicado». En la primera, se requería solucionar el problema de la desnutrición infantil en tiempo récord, tan solo seis meses, mientras que en la segunda, el objetivo era «reconducir» al alumno. Sin duda, son historias que ayudan a entender lo simple, pero tremendamente eficiente que es utilizar la excepción como punto de partida.
Lectura recomendada: «Cambia el chip, cómo afrontar cambios que parecen imposibles», de Chip Heath y Dan Heath. Editorial Gestión 2000.