En el juego de equipo, la confianza es un plus

En estos últimos días estoy leyendo el capítulo siete del libro «El Juego Infinito» de Simon Sinek, y he de decir que, ¡me está encantando!

En él se habla acerca de lo importante que son los BUENOS EQUIPOS y da pistas de cómo construirlos.

Cuando era joven, jugaba al baloncesto y normalmente era de los más altos del equipo, aunque jugara con compañeros mayores que yo. Técnicamente no era un jugador sobresaliente, pero sí que me consideraban un excelente defensor y gran reboteador, tanto en ataque como en defensa. Recuerdo incluso, una de las últimas finales que ganamos, en uno de los rebotes del último cuarto, estando el marcador muy ajustado, como se me dislocó un dedo de la mano derecha y sin pensarlo dos veces, me lo coloqué como buenamente pude (aún tengo el dedo «marcado» por ese momento), mientras que un contrario se quedaba perplejo por el acontecimiento. En ese instante, el partido era lo más importante, ya habría tiempo para «arreglar» aquello. Finalmente, conseguimos vencer y por supuesto que fuimos a celebrarlo. Pero lo importante de ésto, no es la anécdota en sí, sino la confianza que mis compañeros tenían en mi y el compromiso que yo tenía con ellos. Por eso, no me podía permitir retirarme en ese momento, justo cuando más necesitaban que me machacara en defensa o consiguiera recuperar algún balón que nos permitiera ponernos por delante.

Pues de eso habla el capítulo 7 del libro, de lo importante que es disponer de un equipo de confianza, incluso cuando los componentes no son los de mayor rendimiento técnico. Para ilustrarlo, hace uso de una matriz donde valora rendimiento y confianza.

En la imagen, observamos que una persona con baja capacidad técnica y confianza, debería quedar descartado. Pero, ¿qué sucede con personas con alta o muy alta capacidad técnica, pero con baja confianza?. Pues estas personas suelen ser los «pegaclases«. Aquellos que, pudiendo ser referentes, no llegan a ser líderes naturales por su tremenda falta de empatía. Son fáciles de identificar por que, rara vez buscan el beneficio de los miembros de equipo. Suelen ir sólo a la suya, por lo que, interactúan lo mínimo con el resto de compañeros y si pueden, señalan «errores» para poner de manifiesto aspectos técnicos, aunque eso «errores» sean exigencias técnicas acordadas previamente con el cliente. Son sin duda un peligro para cualquier equipo, sobre todo, si en él hay gente junior. Para estas personas, los «pegaclases» pueden llegar a hundirlos, aniquilando la confianza en ellos mismos. Para mí, son personas tremendamente tóxicas y siempre provocan más problemas que beneficios. El principal inconveniente, es que en el corto plazo les suele salir bien la jugada. Sin embargo, en el medio-largo, siempre quedan retratados, pues su forma de operar es como la de Othar, el caballo de Atila, del que se decía: «por donde pasa no vuelve a crecer la hierba«.

Como conclusión, dadme gente de confianza con la que construir, que el aspecto técnico se termina aprendiendo.

Foto de portada gracias a fauxels en Pexels