Leí algo similar a esta frase en el capítulo siete, «Hacer que se sientan orgullosos», del libro «Cambia el Chip» de los hermanos Heath y ésta me inspiró para dar título a la entrada de hoy. En dicho capítulo, hablan acerca de cómo evolucionar desde una mentalidad única, representada por palabras como «nunca» hacia una mentalidad de crecimiento, representada por palabras como «aún no».
Hoy en día, una mentalidad de crecimiento se antoja clave para poder hacer frente a muchas de las situaciones que suceden en nuestro día a día, y no sólo del ámbito profesional, esta opción también es muy válida para nuestra vida personal.
Uno de los puntos destacados a la hora de abrazar esta nueva mentalidad, es el de saber aceptar el fracaso, pues de él procede gran parte del aprendizaje. Sin embargo hay muchas personas que no valoran el fracaso como una opción. Lo cual, limita enormemente su capacidad de enfrentar nuevas situaciones, simplemente por el miedo a no resultar exitoso. Esto es muy habitual y desde mi punto de vista, creo que tiene cierto grado de relación con la confianza en las capacidades de uno mismo. Me explico, en muchas ocasiones se plantean proyectos que te «obligan» a salir de tu zona de confort, ya sea por la aplicación de nuevas tecnologías, herramientas, metodologías o arquitecturas, por ejemplo. Y ante esas situaciones, hay profesionales que rápidamente se autodescartan, mientras que otros levantan la mano habidos de nuevas experiencias y oportunidades. Por cierto, ¿te has enfrentado alguna vez a una situación similar? Cuenta 😉
Aquellos proyectos que exigen un cambio, se caracterizan por tener tres etapas muy bien definidas y que si las dibujáramos tendrían el aspecto de una «U». La primera se corresponde con un subidón nada despreciable, seguida de una segunda caracterizada por una fuerte depresión que, finaliza (o debería) en una etapa final de nuevo de subida. Esto se debe a que en la primera fase, todo el equipo se muestra emocionado, retado y con enorme ganas de aprender y superar los distintos hitos. Sin embargo, con el tiempo ese impulso inicial comienza a desvanecerse y poco a poco le sustituye la sensación de desánimo, puesto que la velocidad de desarrollo es lenta (o no lo suficientemente rápida), la gente de negocio comienza a ponerse nerviosa y hasta el cielo parece que se torna grisáceo. Para superar esta situación es fundamental llevar en la mochila de las actitudes, la aceptación del fracaso. Con ella, uno es capaz de aliviar la frustración y los inconvenientes puesto que aunque parezca que estas personas abrazan el fracaso, es todo lo contrario, pues disponen de un enorme optimismo que les hace repetir un mantra del estilo: «lucharemos, fracasaremos, nos derribarán; pero al final, mejoraremos y terminaremos ganando«, como se lee en el libro de los hermanos Heath. Y justo eso es lo que suele pasar en la última etapa. El equipo ha sabido remar y guardar la ropa, aprovechando los momentos y optimizando tiempos que permitan al grupo cubrir el proyecto con suficiencia. Algo que finalmente concluye (habitualmente) con la sonrisa de los participantes y la entrega del proyecto.
CONCLUSIÓN
Haz por adoptar una mentalidad de crecimiento, pero sobre todo relativiza el fracaso. Es casi imposible ganar siempre. Por lo que, dale una oportunidad.
Foto de portada gracias a Craig Adderley:
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